viernes, 1 de marzo de 2013

Mi enfermedad, mi medicina.

Pasmados y en coma dejas mis huesos, como un tapón de grasa eres a mi corazón, detienes mis latidos quiera o no, por consumirte tanto, por no saciarme de ti. Como postre, desayuno y cena, en meriendas, entradas, en pequeñas guarniciones, en comidas enteras. No engaño a ningún doctor con esta arritmia en el alma; y sólo abriendo mi cadáver es como se verá que no mentía cuando de entre mis recetas, mencioné que eras la mejor de mis pastillas. Narren.

No hay comentarios:

Publicar un comentario