lunes, 6 de mayo de 2013

Mírate




Ojos abismales, vacíos, ciegos.
Negros como la sombra de cien noches.
Aquellos que fríos se esconden entre las calles muertas,
odiadas de sus habitantes.
Húmedos de culpa, vibrantes de rencor.
Cuya mirada le pesa a cada esquina
y cuya luz no conoce la bienvenida.
Cada vista es oscura, cada ojo está ciego de triste satisfacción,
de ficciones reales de dolor.
Párpados desanimados que cobijan su sentir,
son su única compañía.
Cáscara cálida en que se ocultan,
a quien le contarán lo que nunca dijeron jamás.
Encerrados en su perpetua ansiedad buscan, sin encontrar descanso,
el fin a su guerra ingenua del silencio gastado,
roto por las manos ajenas de un niño afortunado. 

D. Rêveur. / Narren.